domingo, 8 de marzo de 2009

Día Internacional de la Mujer

Aunque para mí el día de la mujer, como el de la madre o el del trabajador, sean todos los días del año, porque cada mañana me levanto con los mismos pensamientos, no me hace falta apuntarme una fecha anual en el calendario para darle importancia, he decidido subir hoy esta entrada porque la conversación de este mediodía sobre el tema con mi madre me ha suscitado el interés necesario como para dedicarle unos cuantos minutos. En el lenguaje, utilizo la forma femenina como reivindicación de acuerdo con el día.


Ya pasa una hora del Día Internacional de la Mujer, pero, como siempre a destiempo, querría rendir un pequeño homenaje a todas las mujeres: a las que siguen vivas, a las ya muertas, pero sobre todo, a las que cada día mueren al lado de un hombre. Con mueren quiero decir que son anuladas, desvalorizadas, ridiculizadas y suprimidas de la vida social, por parte de la persona que se hace llamar “cariño”. Y por desgracia, son cada vez más las adolescentes que ceden su libertad a cualquiera a cambio de un poco de cariño, y sin darse cuenta se encuentran con veinti pocos años casadas con un marido que se darán cuenta que no quieren, y con unos hijos que tendrá que cuidar ella solita.
Hoy se cumplen cien años precisamente de aquel 8 de marzo de 1908 (fecha discutible) en el que murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York en un incendio provocado por las bombas incendiarías que les lanzaron ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían. Por desgracia también, la mayoría de jóvenes no recordamos el motivo de este Día Internacional de la Mujer. Cuando una persona es capaz de morir calcinada por conseguir sus derechos, todo lo que uno mismo haga en esta vida parece insignificante. La mayoría culpan a los hombres de esa desigualdad (“El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”, Simone de Beauvoir), pero debemos ser un poco autocríticas con nosotras mismas y darnos cuenta de que existen todavía muchas mujeres incapaces de reivindicar la igualdad y luchar por ella.


En el mundo siempre han existido desigualdades, entre negros y blancos, entre hombres y mujeres, etc. Ya en el siglo I d.C. San Pablo, primer teólogo del cristianismo, afirmaba: “No consiento que la mujer enseñe ni domine al marido, sino que se mantenga en silencio”, y más tarde Averroes, importante filósofo árabe del siglo XI, predicaba: “La mujer no es más que el hombre imperfecto”. Con esto, quiero decir que tanto el cristianismo como el islam han marginado a la mujer a lo largo de la Historia. Aquí en Occidente hemos superado parcialmente esta injusticia gracias al abandono paulatino de la creencia en la religión. Lamentablemente, en otros países como Nigeria o Pakistán continúan lapidando (matar a pedradas) a mujeres condenadas por adulterio (poner los cuernos al marido, que en esos países representa hablar con el vecino o ser acusada sin haber hecho nada).


Resulta difícil enmendar miles de años de desigualdad. Mi único deseo es que algún día todos seamos valorados según nuestras capacidades y no por nuestra condición, y que todos podamos tener las mismas posibilidades de acceso a cualquier trabajo. Pero por encima de todo, mi deseo es que ni aquí ni en ningún lugar del mundo se sigan matando mujeres por el hecho de ser consideradas inferiores. Yo seguiré reconociendo sus cualidades, ni mejores ni peores que las de los hombres, y admiraré por encima de todas ellas la capacidad de ser independientes y de realizar su camino sin prescindir de un hombre. A todas ellas, les dedico la entrada de hoy y anoto unas palabras de la actriz Zsa Gabor para darles fuerza en su lucha:

"Cuando un hombre se echa atrás, sólo retrocede de verdad. Una mujer sólo retrocede para coger carrerilla"

4 comentarios:

Sal Troccoli dijo...

Mis aplausos por tan buena columna, asi tambien dejo aqui mis respetos llenos de anor y sinceridad, a todas las mujeres del mundo/
Abrazos y hasta simrpre.

José-Angel Sáez-Díez dijo...

Estoy de acuerdo en todo lo que dices. Una buena entrada al blog. Sólo creo que hay un error en esta frase:

"Yo seguiré reconociendo sus cualidades, ni mejores ni peores que las de los hombres, y admiraré por encima de todas ellas la capacidad de ser independientes y de realizar su camino sin prescindir de un hombre."

Aitor Saez dijo...

Lo de ser "independientes o realizar una camino sin prescindir de un hombre" lo has intepretado mal. No me refiero a estar casada o ser madre soltera, sino a escoger el camino que quieras cuando quieras, sin ataduras,me refería a todas las mujeres que dependen de un marido que las mantenga o que prefieren seguir viviendo infelices al lado de alguien por miedo a estar solas. Mujeres "independientes" son las que deciden por y para ellas mismas, nada más.

José-Angel Sáez-Díez dijo...

Si, lo había entendido perfectamente pero creo que la frase está erroneamente construida. Al decir "sin prescindir de un hombre" estás diciendo que no prescinden de un hombre. Por eso me llamó la atención. Prescindir es "no contar con algo o alguien" por lo tanto si decimos "sin prescindir" estamos diciendo lo contrario. Es correcto lo que digo? ;)